EL OPTIMISMO Y EL PESIMISMO
Era una mañana de mayo y el Sol parecía querer salir, sin embargo había una luz como de atardecer.
El optimismo se levantó de la cama, subió la persiana de su habitación y pensó: -En un rato las nubes se esconderán y aparecerán los rayos del Sol, luminosos y energéticos.
El pesimismo que se encontraba en la habitación de al lado, se levantó, subió también la persiana de la habitación y exclamó: -¡Vaya día horrible! Lo más probable es que en un rato empiece a llover y aparezcan rayos y truenos.
El optimismo desayunó contento, se vistió con una sonrisa y salió de su casa. En poco tiempo vio como las nubes desaparecían y los rayos del Sol le acariciaban el rostro y se fue a trabajar lleno de energía.
El pesimismo desayunó en la cama y de mal humor, llamó al trabajo para avisar que no se encontraba bien, y se pasó todo el día aburrido en casa atrapado en su negatividad. Estaba tan ansioso y de mala onda decidió llamar, como siempre lo hacía cuando estaba apurado, al sentido del humor.
El sentido del humor al escuchar el teléfono lo descolgó y al ver que era el pesimismo le dijo: -Esta vez no te voy a salvar. Estoy harto de que te victimices. Ya es hora de que te muevas y mires la realidad con otros ojos, no olvides que eres tú quien crea tu realidad. Si transformas los problemas en oportunidades, la vida será un reto en lugar de un sacrificio.
Y no me llames más por pequeñas cosas, ya sabes que no me hace ninguna gracia.
El sentido del humor está para cosas más serias.
Fuente: Carmina Vallverdú del Olmo
