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lunes, 13 de abril de 2015

Enfocate.




Dos maestros de ajedrez se enfrentan 
Sin música, coros o sonido. 
Las sillas no crujen, 
La audiencia no habla. 
¿Por qué, entonces, la gente medita sin la debida atención?


Cuando dos maestros de ajedrez juegan, la audiencia es solemne. Todos entienden qué está en juego. Todos entienden que a los maestros se les debe permitir completo silencio y total concentración. Pero cuando se trata de la actitud de las personas respecto de la meditación, asumen que las calles ruidosas, los compañeros desconsiderados, los olores asquerosos y las habitaciones sucias no tienen impacto. Después de todo, ¿no es la meditación sólo una actividad mental divorciada de las realidades del entorno?

Si fuera así, no habrían salas de meditación. Si fuera así, no habrían lugares de retiro. Si fuera así, la gente no buscaría el silencio de jardines secretos. La meditación no es una actividad suplementaria. No es mera relajación y reducción del estrés. Es la forma de centrar la atención en la propia humanidad.

Si queremos tener éxito en la meditación como en cualquier acción de nuestra vida, el trabajo, el amor, la familia, nuestras emociones, debemos crear y actuar en el escenario correcto. Necesitamos primeramente construir íntimamente una estructura de espera, debemos saber permanecer interiormente sin ser molestados. Entonces podremos deslizarnos en la serenidad. Si podemos entender la necesidad de concentración ininterrumpida de los maestros de ajedrez, también podemos entender la precisa atención que debemos traer a nuestra meditación como a cualquier cosa de la vida cotidiana.

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